lunes, 27 de septiembre de 2010

La bandera saharui




Era una noche extraña... no se veía estrella alguna en el cielo. Al parecer alguien las había metido en un cajón, y se había dedicado toda la noche a observarlas con entretenimiento, aunque esa es otra historia que otro día contaremos.

La luna, sola y triste no pudo evitar dejar caer alguna lágrima. Primero fue una muy tímida, seguida de otras dos, y así poco a poco nuestra pequeña lunita comenzó un llanto desconsolado que no podía parar. Las lágrimas recorrían sus mejillas escondiéndose en cada uno de sus cráteres, pero estos que ya empezaban a rebosar, no eran suficientes y algunas cayeron en la Tierra.

Una de ellas, la cual tenía un brillo especial, pues la Luna estaba llena, fue a caer en medio del desierto. Pero no cayó en la arena. Tuvo la suerte de parar en medio de un oasis, justo encima del fruto de un nogal. La noche pasó muy lenta, ya que todos sabemos que un cielo sin estrellas es el responsable de que el tiempo pase un poquito mas despacio.

A la mañana siguiente aquella nuez había alcanzado un tamaño espectacular y las débiles ramas del nogal no fueron capaces de soportar el peso de aquel fruto. De lo mas alto de aquel árbol cayo la nuez e inmediatamente, debido a tal impacto, se abrió en dos, dejando ver su gran fruto. Pero dentro había algo diferente, pues tenía brazos, y también piernas.

De aquella nuez nació un niño, niño al que ahora todos llaman Mohammed. Su piel era oscura por fuera, y por dentro era muy blandito, como lo son la nueces.

Mohammed estaba solo en medio de un oasis, en medio del desierto, y comenzó a andar por la arena bajo el sol abrazador. Su cuerpo desnudo comenzó a quemarse, y no tardó en perderse en medio de tanta arena. No sabía muy bien que buscaba, pero había algo dentro él que no le dejaba pararse. Siguió caminando todo el día sin descansar hasta que, de repente, exhausto por el calor y la gran caminata se desmayó.

Con la noche llegó el frío, y con el frío el cuerpo de Mohammed comenzó a tiritar...

Alguien lo observaba desde el cielo. Su madre, la Luna, no pudo aguantar ver a su niño morirse de frío, solo, en medio del desierto. Para darle calor, lo convirtió en estrella. Y como lo echaba tanto de menos y necesitaba abrazarlo, lo acurrucó fuerte entre sus brazos, los brazos de la Luna.

Y es por eso que en la bandera del pueblo Saharaui podemos ver una Luna con una estrella dentro, que nos recuerda el origen del primero de sus hijos, los descendientes de la Luna...

5 comentarios:

Espe dijo...

Que arte wilma! es precioso

SAHARA LIBRE!

Unknown dijo...

Uooo!! Q bonito!! :D

Vio dijo...

Ay esta Luna...qué triste estaba la pobre, no se quién sería más blandito si Mohammed o ella! Aunque es normal, un cielo sin estrellas no es para menos...qué vacío...
Bonito cuento; ya estabas tardando en llorar tú sobre un nogal! :P

P.d. La de arriba no soy yo eh, será la Viole, jeje

Elena dijo...

Es preciosa ^^

Espe dijo...

http://pintandoagujeros.blogspot.com/

^^